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Menene Gras Balaguer
Directora Casa Asia Film Festival

En esta cuarta edición, el Casa Asia Film Festival de Barcelona, sigue enfocado en las representaciones visuales del espacio tiempo de las diferentes culturas del continente. De Este a Oeste y de Norte a Sur, la programación del festival abarca una amplia geografía que integra nación y narración en Asia, como los equivalentes de la espacialidad y la temporalidad constitutiva de nuestras sociedades, más allá de la continuidad histórica que pertenece a la primera. Toda nación se constituye por medio de su narración, y esta última adquiere un sentido al identificarse con las culturas en las que estos conceptos se apoyan. Si en la pasada edición, el cine asiático se planteaba a partir del giro cultural de la geografía y el énfasis que la geografía crítica pone en la construcción de imaginarios directamente relacionados con los espacios físicos, este año el festival intenta adaptarse a los conceptos de nación y narración desde la perspectiva que plantea el discurso poscolonial y en particular Homi K. Bhabha  más interesado en los aspectos constitutivos de la diferencia cultural que en el hecho de la diferencia misma. El cine asiático no es una categoría ni un género, sino un espacio de espacios en el que conviven culturas con raíces comunes e identidades transfronterizas. De hecho, el festival puede considerarse un laboratorio de experiencias que se producen en el diálogo con otras culturas, en las que las naciones definen y defienden su subjetividad constitutiva a pesar de la fuerza del internacionalismo cultural y de la globalización económica. La selección de este año abarca un espacio geográfico muy extenso que empieza en las ex repúblicas soviéticas, Kazajstán y Kirguistán, y se extiende a Irán, Afganistán, Bangladesh, India, China, Corea, Japón, Malasia, Singapur, Camboya, Filipinas, Tailandia, Vietnam, Indonesia, Australia y Nueva Zelanda. En estos más de 12.000 kms que separan ambos extremos, se atraviesan varias fronteras y una veintena de países que reivindican una identidad local oponiendo una resistencia natural a la globalización cultural, que nunca llegará a producirse a pesar de las apariencias.