¿Qué nos narra el cine asiático?
Menene Gras Balaguer
Cuando me pregunto qué nos narra un cine que denominamos asiático, siguiendo el extendido hábito de nombrar un cine europeo o un cine americano, latino o un cine africano, como si se pudiera así entender la diferencia entre modos de narrar y narrativas, no puedo dejar de poner en duda lo que queremos decir. Más allá de subrayar la existencia de signos, señales o rastros comunes a una producción audiovisual y a una industria cinematográfica pertenecientes a una geografía compartida, no creo que sea suficiente emplear términos tan amplios, ni siquiera cuando se trata de establecer una clasificación que separa y de algún modo ordena las historias. En una sociedad global, donde la diversidad es irreductible a un solo modelo o modalidad, puede parecer que la segregación se impone simplemente al hacer uso de términos como los mencionados. Con ellos, las divisiones se convierten en categorías, imitando las nociones que separan el mundo en las dos mitades que se conocen como Oriente y Occidente. Mediante estas, se agrupan culturas de una parte y otra del mundo, estableciendo una diferencia que parece ignorar la tendencia inversa, consistente en des-orientar o des-orientalizar lo que llamamos Oriente u oriental, a la vista de su proximidad cada vez mayor debido a la velocidad de transmisión de la información y de los medios de comunicación.
Sin dejar de ser cierto que el lugar del que procedemos y en el que vivimos influye directamente en las narrativas que construimos, debemos tener en cuenta que la imagen en movimiento mueve y se mueve libremente, traspasando fronteras sin que ningún límite físico pueda oponer resistencia a su circulación. En la sociedad digital, parece obvio que los nacionalismos del tipo que sea se identifican con pertenencia e identidad, y, en esta medida, su valoración incurre en opiniones encontradas ante las derivadas que se ciernen sobre los imaginarios que elaboran y construyen las narrativas que llegan hasta nosotros, estemos donde estemos. El impacto de la tecnología en la información y recíprocamente en la desinformación no se puede pasar por alto. Pero no podemos dejar de considerar la importancia de la información y del conocimiento de otras culturas que debemos a la literatura y al cine, cuya digitalización ha sido capital para la transmisión de sus narrativas mucho antes de la aparición de la IA. A pesar de los diagnósticos actuales sobre la crisis de la narración y otras patologías asociadas, su fuerza no se ha visto debilitada al igual que sus pantallas, cuya réplica incesante no deja de multiplicarse a raíz de la proliferación de plataformas y variedad de formatos al servicio de la imagen en movimiento.
El cine asiático se sigue planteando, no obstante, como un descubrimiento, a la vez que su divulgación es cada vez mayor, tanto a través de las plataformas como de los diferentes canales de televisión o salas comerciales, que apuestan respectivamente por nuevos mercados. Más allá de la balanza comercial y los equilibrios o desequilibrios de la demanda en el sector, lo cierto es que el interés por el cine asiático en Occidente ha crecido enfáticamente en la última década. La industria del cine asiático empuja en el mercado global, buscando nuevos públicos y tratando de tener una presencia cada vez más extensa. La industria cinematográfica de este continente tiene actualmente un peso nada desdeñable, tanto en el mercado interno de cada país como en el exterior. Ya no hay el gran desfase que existía en muchos países entre la producción para un mercado local y aquella que se prestaba a la exportación, logrando darse a conocer mediante la traducción y el subtitulado homologados en inglés. Los casos que ilustran este hecho son muchos, entendiendo que la diversidad en un territorio de geografías físicas, humanas, políticas, económicas y culturales se impone, cuando se trata de abordar este fenómeno y otros aparentemente disociados de una realidad cuya complejidad no se nos puede escapar.
Sólo nos podemos acercar a él teniendo en cuenta que hoy estamos ante culturas hegemónicas cuya historia no se puede obviar, a menudo atravesadas por invasiones consecutivas de pueblos sometidos a los grandes imperios coloniales, donde la independencia no ha sido un hecho consumado hasta la última década del siglo XX. El desmembramiento de la antigua URSS y la independencia de los cinco tanes, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán, en 1991, ilustra la edad de algunas culturas hegemónicas recientes, pese a tratarse de tradiciones milenarias con un antes y un después. En otro orden de hechos, la partición de India y la creación de Pakistán en 1947 seguida de la fundación posterior de Bangladesh. Este país perteneciente a la India Británica hasta 1947 y a Pakistán oriental hasta 1971, sólo consiguió la independencia después de un conflicto que se cobró muchas vidas, y que no permanece ajeno a las tensiones existentes aún en la región entre India y Pakistán, como se hizo visible en la siniestra masacre de turistas en Cachemira el pasado abril de 2025.
Decir cine asiático no significa que hablemos de un cine homogéneo, ni de una industria ni de un mercado únicos. La misma falta de definición se pone de manifiesto cuando se habla de cine hecho en Oriente por oposición a un cine hecho en Occidente. La intención subyacente es no sólo nombrar la soberanía de los países productores, sino también agrupar o reunir a estos mismos países abarcando una amplia geografía que comparte raíces, características lingüísticas y culturas. El viaje de las palabras y de las imágenes por la Ruta de la Seda durante siglos, desde el extremo Oriente hasta Asia Central y de allí a Europa, se encuentran en el origen de una globalización precaria en sus inicios, pero que estableció las primeras barreras entre lo que ha separado cultural, política y económicamente a Oriente y Occidente. Por cine asiático, entendemos un cine que se produce en más de veinte países desde Asia Central hasta Asia Pacífico, pasando por Asia Meridional, Asia Oriental y Sudeste asiático. Siempre unido a una geografía y a un pasado que ha conocido los conflictos locales, que a partir de la II Guerra Mundial se convierten en asuntos globales, este cine deja progresivamente de pertenecer sólo a las grandes potencias del continente para ser un instrumento de transmisión de conocimiento que se extiende a todas las naciones. Un medio de comunicación de masas que pone en relación la vida privada y la pública, al individuo y la sociedad en la que reside, el lugar y el tiempo de la acción.
Los festivales internacionales de referencia en Europa y Estados Unidos han contribuido decisivamente al conocimiento de un cine muy minoritario en nuestras pantallas, hasta la aparición de aquellos festivales que directamente han apostado por dedicar su programación enteramente al cine asiático. Cannes, Rotterdam, Berlín, Venecia, Locarno, Toronto, Sundance, Nueva York y San Sebastián, por citar algunos de los que han sido más inclusivos, se encuentran entre los antecedentes de un cine que ha conseguido acercar a públicos para su consumo. El poder del cine asiático ha tenido un reconocimiento imprescindible en estos y otros festivales que abarcan en sus respectivas programaciones un ámbito geográfico ilimitado. La fuerza del cine asiático se ha hecho notar en las últimas dos décadas del siglo XXI, adoptando la forma de un cine en expansión en cuanto a temas y géneros, con un número cada vez mayor de mujeres directoras.
Hay, no obstante, dos iniciativas en Europa que merecen ser destacadas por haber puesto en marcha su propuesta centrada en el cine asiático desde su origen. El Vesoul International Film Festival of Asian Cinema (VIFFAC), creado en 1995 por Martine y Jean-Marc Thérouanne, quienes siguen dirigiendo el festival desde entonces, fue el primero en Europa. Y el Udine Far East Film Festival (FEFF), creado en 1999, centrado en la producción cinematográfica de China, Mongolia, Taiwan, Hong Kong, Japón, Corea, Tailandia, Indonesia, Filipinas y Vietnam que dirige Sabrina Baracetti. Ambos festivales son referentes ineludibles para los proyectos siguientes, que los recogen y amplían tanto en España como en Inglaterra o Francia, Alemania, en mayor o menor medida. Fuera de Europa, en Asia, el festival de cine asiático más antiguo es el Hong Kong International Film Festival (HKIFF), creado en 1976, seguido del Festival internacional de Cine de Tokio (TIFF), fundado en 1986, el Festival Internacional de Cine de Shanghái (SIFF) en 1993 y el Festival Internacional de Cine de Busan (BIFF) en 1996, los cuales, pese a no estar estrictamente centrados en el cine asiático, sí son grandes expositores de la producción audiovisual más reciente del continente en cada edición. Finalmente, los Asian Film Awards, creados en 2007 y con sede en Hong Kong, han contribuido claramente a la visibilidad de la industria cinematográfica. Compiten con los anteriores el Festival Internacional de Cine de la India (IFFI), fundado en 1952, que se celebra en Goa desde 1975, el Festival Internacional de Cine de Bombay (MIFF), especializado en documentales y cortometrajes, el Festival Internacional de Cine de Kerala (IFFK) y el Global India International Film Festival (GIIFF), que se centra anualmente en la gran producción del cine indio.
La presente edición del AFFBCN cuenta como en ocasiones precedentes con más de un centenar de títulos, un total de 120, entre los que destacan aquellos que proceden de Asia Central, Asia Meridional, el Sudeste asiático y Asia Pacífico, en particular de países como China, Japón, Irán, Filipinas, India y Corea. A esto hay que sumar la Retrospectiva que este año dedicamos a Japón, reuniendo algunos de los títulos que han sido premiados en las sucesivas ediciones del Festival entre 2015 y 2025. En términos generales, tratamos de que nuestra selección se preste al descubrimiento por parte de espectadores, usuarios y seguidores de un cine todavía mal conocido o no tan conocido como desearíamos. En este sentido, el AFFBCN quiere dar voz a cineastas de todas las nacionalidades comprendidas en lo que denominamos cine asiático por oposición a otras cinematografías de Occidente, a pesar de la hibridación de tendencias consecuente con la globalización de los medios en la sociedad digital.
El AFFBCN 2025 plantea una programación acorde con la de ediciones anteriores, partiendo de las novedades de 2024 y 2025, y muy excepcionalmente de 2023. Cuando hablamos de cine asiático, nos referimos a una amplia geografía que abarca la producción y la industria cinematográficas de más de veinte países, que se extiende desde Asia Central hasta Asia Pacífico, atravesando Asia Meridional, Sudeste Asiático y Asia Oriental. El diferencial regional y nacional es característico de la diversidad multicultural propia de la hegemonía y soberanía de los Estados-Nación que forman parte de este continente.
La propuesta de este año reside en la consolidación de un evento que da visibilidad a la soberanía de los países involucrados en la programación y que trata de mostrar la producción más reciente de los que compiten en las secciones donde se proyectan los más de cien títulos seleccionados. Los criterios empleados tienen que ver con la intención de facilitar la información y el conocimiento de culturas de la diferencia en un mercado global que no ha conseguido hacer desaparecer su identidad pese a las incesantes diásporas y conflictos regionales. El criterio de selección, al igual que en ediciones anteriores, se basa en detectar la mejor y más reciente producción, que corresponden respectivamente con lo que entendemos por aquellas narrativas que hacen del drama un instrumento para dar visibilidad a la vida cotidiana, privada y pública de países que el cine nos acerca cada vez más. El hilo conductor de esta edición une nación y narración, entendiendo que esta última es la que construye y funda la primera, a pesar de la crisis de las narrativas individuales y colectivas que la proliferación de pantallas acusa.
Este año, contaremos con la presencia de la escritora y activista afgana Fawzia Koofi, para la presentación de la última película de Roya Sadat, The Sharp Edge Of Peace (2024), sobre el proceso de negociación con los talibanes, que se detuvo el 15 de agosto de 2021 con su llegada al poder. Un testimonio histórico que nos ayuda a comprender los pasos que se dieron para el proceso de paz que no obstante quedó interrumpido con el estallido del conflicto y el cese de las libertades conseguidas hasta entonces.
Como en ediciones anteriores, contemplamos la presentación de óperas primas de jóvenes directores que inician sus trayectorias en el AFFBCN, al igual que lo hacen en Busan, Shanghái o en otros festivales europeos como Cannes, Rotterdam, Berlín, Locarno o Venecia. Pero, obviamente, tratamos también de tener en cuenta títulos de las generaciones menos jóvenes, cuyo interés está más que demostrado. Desde esta perspectiva, contaremos también con Roser Corella y Stefano Obino (Berlín) para la presentación de Kickoff (2025), una película realizada con la ayuda de una Beca Rui de Clavijo concedida por Casa Asia. El historiador filipino Nick Deocampo, Premio CASA ASIA 2023, dará una clase magistral sobre el cine filipino en ECIB (Escuela de Cine de Barcelona), el 3 de noviembre a las 12h. Deocampo será también el presidente del Jurado de la Sección Oficial del Festival. Contaremos con otras presencias como la del director japonés Adachi Shin, que presentará su película Good Luck (2025); la directora kazaja Malika Muckhamejan, con su película Longer Than A Day (2025); la directora coreana Lee Mi-rang, con Concerning My Daughter (2023); el director indio Adittya Kripalani, que presentará su película, I Am Not An Actor (2025); la de la directora japonesa Miwako Van Weyemberg, que presentará Soft Leaves (2025); la del director indonesio Razka Robby Ertanto, que presentará Midnight In Bali (2025); la del director de Sri Lanka Shaun Seneviratne, que presentará Ben And Suzanne, A Reunion In 4 Parts (2024), y la de la directora filipina Antoinette Jadaone, que presentará Sunshine (2024), película que ha suscitado gran interés en su país desde su lanzamiento.
Por Menene Gras Balaguer
Directora del Asian Film Festival Barcelona


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